Una vez terminada la publicación por capítulos de mi última novela "Cuencas Furtivas" en este blog y debido al interés que ésta ha despertado, he querido recopilar todo el libro, ordenarlos por capítulos y daros la posibilidad de descargarlo, para una mejor lectura, ya sea en papel, en vuestro ordenador o en formato libro electrónico.
Os pediría además, que, una vez leído, dejarais vuestra impresión y opinión de este libro.
CUENCAS FURTIVAS
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Muchas gracias.
Josele Molera.
Josele Molera Torrico
Inspiración en Cursiva
Vistas de página en total
domingo, 19 de enero de 2014
martes, 3 de diciembre de 2013
Primer Regalo de Navidad.
Hace aproximadamente dos años me entró el gusanillo por escribir un
libro y lo hice. Hoy me siento orgulloso de haber vendido en mi pueblo mi
primera y única edición de "Cuencas Furtivas". Creo que he superado con creces mi deseo y por eso
estoy satisfecho. También es por eso que quiero hacerles un regalo para estas
navidades a todos los que aún no lo han
leído. Unos porque aún no se han enterado de que existe y otros
porque no han podido pagarlo. Hoy he decidido poner en este blog el primer capitulo,
y así continuaré hasta el final. Únicamente con la sana intención de que lo lean todas aquellas personas que lo
deseen.
No obstante tengo reservados unos cuantos ejemplares por
si alguien desea conservarlo en su biblioteca. Los podrán encontrar en Librería Melissa (Belalcázar), al módico precio de 12 €.
De todas formas yo me sentiré orgulloso solo
con que lo lean.
lunes, 12 de agosto de 2013
La niña de la Parroquia (2)
- Abuelita,
¿qué te pasa? Estás muy triste. ¿es que no quieres continuar con tu relato?
- Todo
lo contrario, hijo mío. Quiero que conozcas la historia completa y aunque tenga
que abreviar mucho, te prometo que llegaré hasta el final. Estoy segura de que
tú sabrás recomponerla de la mejor manera posible. Yo sé que tú vales mucho y
lo harás muy bien.
Yo no podía mirarla de frente, me
moría con solo ver su cara de pena. Por eso le pregunté muy asustado.
- ¿No
estarás pensando en abandonarme,
abuelilla?
Ella me miró con un gesto cariñoso,
después, haciendo un gran esfuerzo por tranquilizarme, sacó de su pecho toda la
voz que pudo para continuar con estas palabras.
“Ambos jovencitos agarrados de la mano
emprendieron una pequeña marcha hacia unos grandes eucaliptos que había cerca
de la cañaílla. Nada más llegar, el
chico le acarició la mejilla diciéndole:
-
No te
asuste Candelita. Ahora quiero presentarte a mi familia. Es muy pobre, pero
honrada. Y eso, amiga mía, me han enseñado que es lo más grande de este mundo.
La chiquilla estaba muy nerviosa, pero
aun así aceptó encantada. E intentó recibir a aquella humilde familia simulando
que era una niña feliz. Aquella buena gente la acogieron en su pequeño sombrajo
con gran cariño y Paquito, sin dudarlo ni un momento comenzó a presentarle cada
uno de los miembros de su familia.
-
Ella
es Dolores, mi madre -dijo sonriéndole a ambas-. Y este que está sentado a su lado es mi padre y se llama
Francisco.
-
¡Así
es, pequeña! -contestó inmediatamente el hombre con mucha gracia-. Pero si lo
deseas, tú puedes llamarme “Tío Rompe”. En el pueblo, todos mis amigos me
llaman así.
-
Y
esta muchachita tan guapa –continuó el chiquillo-, es mi hermana Lolilla. Ella
es tan buena y tan simpática como tú. Yo estoy seguro que en muy poco tiempo os
hacéis grandes amigas -terminó diciéndole el chaval-. Esta jovencita tan guapa
que viene conmigo es mi amiga Candela –se refirió a su familia-. Y
ustedes también pueden llamarle Candelita ¿A que es muy guapa? -preguntó
sonriendo a su hermana y todos asintieron dándole la razón.
Lolilla le ofreció un refresco que ella misma había hecho a base
de agua y algunos trocitos de limón. Como bien había predicho Paquito, las dos
muchachitas congeniaron divinamente.En poco menos de media hora, la chiquilla
no se acordaba de nada de lo que hubiera podido ocurrirle anteriormente en el
recinto de la ermita.
Muy pronto transcurrió el tiempo para todos e inmediatamente dijo
el joven:
-
¡Mirar
todos al camino! Viene “el viejo”. Parece
como si se hubiera perdido.
Todos miraron exaltados hacia donde el chico tenia clavado sus ojos.
-
¿Quién
es “el viejo”? -preguntó Candela.
-
Es el
Padre Rafa –le contestó Lolilla-. Así es
como le llama mi hermano cariñosamente.
Candela hizo un pequeño movimiento para salir en su busca y traerlo de
la mano. Pero Paquito, llevándose a la
boca los dedos de su mano derecha sacó aire de sus pulmones y le silbó con
todas sus fuerzas.
-
¡Padre,
estamos aquí! -le gritó. El hombre se dio cuenta inmediatamente de que aquel
que le requería era su fiel y joven amigo.
-
Gracias
por silbar a tiempo -dijo el cura nada más llegar-. Porque ya me estaba aburriendo
de buscaros y como no daba con vuestros huesos me disponía a manducarme la merienda
solo.
-
¿Para
qué me quería, padre? –le preguntó el chaval impaciente
-
¡Para
qué va a ser, tonto! Para comer juntos. ¿No os habéis dado cuenta, de que son
las dos en el reloj de la plaza?
-
¡Y
también en la mayoría de los relojes, páter!
-replicó el chico muy gracioso-. Pero mis padres han traído comida de sobra para
todos y nos quedaremos con ellos.
-
Está
bien, muchacho. Si no queréis mi
compañía me iré a una sombra yo solo y allí me jalaré mi escudilla. Os advierto
que no es abundante, pero sí muy sabrosa. La ha cocinado mi hermana María.
-
Entonces
debe estar exquisita -dijo Dolores-. Conozco muy bien a su hermana y sé que es
muy buena cocinera. Pero siéntese, siéntese con nosotros Padre y si al final
nos quedamos con hambre, nos comemos todo lo que traiga en su hortera.
-
Solo
con una condición -remató el párroco dándose cuenta de la menesterosa situación
de aquella familia.
-
Usted
dirá padre.
-
Que lo que me estés diciendo sea cierto.
-
Le
prometo que así será –dijo.
Los dos hermanos sabían que la comida
que sus padres habían llevado era sumamente escasa para ellos cuatro y en aquel
momento se apuntaban seis a la mesa, y además por si fuera poco, Candela tenía que comer por
dos, según pensaba su amigo. Así que todos fingieron tener poco apetito para que
el cura no notase la escasez entre ellos y al final fingieron quedar todos
muy satisfechos. Después dijo el cura:
-
Me he
dado cuenta de que no os ha gustado mi comida, puesto que ninguno de los cinco
la habéis tocado, pero aquí traigo un poco de carne de membrillo que estoy
seguro os va a gustar a todos. Sin embargo y como creo que no habrá suficiente
para todos, mi parte se la ofrezco a Candelita, que es la mas pequeña. La
talega se la dejo también para que se la coma ella esta noche. ¡Y no quiero
escuchar una palabra más!
Y así lo hicieron todos, porque como
bien decía tío Rompe: “Para uno es algo y para todos hambre”.
-
Yo me
voy ya para la ermita -ultimó el cura a Paquito mientras se limpiaba los labios
con la servilleta-, que tengo que bendecir el próximo evento.
-
¡Páter!
¡Páter! -exclamó Dolores acortándole el camino-. ¿Es cierto que la Virgen de Consolación protege y cuida de los mozos mientras están
en la mili?
-
No lo
dudes Dolores. Nuestra Señora de Consolación vela por todos nosotros, pero
especialmente por los chicos para que nunca les pase nada malo durante su
estancia militar. Solo tienes que encenderle una vela y dejarle a su lado una
fotografía de tu hijo.
-
Muchas
gracias, Padre. Vaya usted con Dios.
Paquito se quedó a solas con su padre
y todo su afán era poder emprender conversación pero no encontraba la manera más
correcta. Como bien pensaba él, sus padres no sabían nada de los problemas de
esa niña. Así que le entró sin más preámbulos:
-
Papá,
¿tú has estado alguna vez sin casa, sin trabajo ni dinero, sin comida y sin
familia que te quiera?
-
¡Vaya hijo! ¡Qué difícil me lo has puesto! Sin
dinero y sin comida sí que he estado en muchísimas ocasiones, pero toda mi
gente me ha querido siempre. Por eso he tirado para adelante en más de una
ocasión. Pero dime, ¿qué quieres conseguir de mí?
El muchacho le soltó con una notable
timidez:
-
Papá,
me gustaría que esta chica se quedase un tiempo en casa con nosotros. Ella no
tiene casa, ni dinero, ni comida, ni tampoco familia que la quiera.
-
Hijo,
eso debe ser muy triste. Pero no la conocemos de nada. Y te aseguro que me
gustaría ayudarle, pero date cuenta que nosotros no ganamos ni siquiera para
hartarnos de comer los cuatro. ¿Cómo quieres que nos hagamos cargo de otra boca
más?
-
Papá,
piensa en lo que siempre dice la abuela -intervino Lolilla que los estaba
espiando-. ¡En la mesa de San Francisco, donde comen tres comen cinco!
-
Sí,
hija. Pero eso es en la mesa de San Francisco. Porque como habrás podido
comprobar hoy, en nuestra mesa, si no echamos un puñao más, pasamos hambre los cinco.
-
Está
bien -revindicó convencido el chaval-. Pero al menos esta noche os aseguro que no
nos faltará la comida a ninguno de los cinco.
-
¿Qué
piensas hacer? –le preguntó su padre preocupado-. Lo digo porque… si ya es difícil
para mí encontrar comida, imagínate para ti que aún eres un niño.
-
No te
preocupes, he tenido una idea -y salió corriendo hacia la ermita.
Allí estaba ya preparado “El
palo de la cucaña.” Aquel poste medía casi
cinco metros de longitud y estaba empringado con jabón “Lagarto” por los cuatro costaos.
Por aquel tronco cilíndrico patinaban hasta las moscas, pero el chico se lo había
prometido a su padre… y a él mismo. Tenía que llevarse el gallo a cualquier
precio.
Su familia se acercó al recinto de la ermita para poder ver la
cucaña desde cerca. Candela aseguraba no haberla visto nunca y por lo tanto no
sabía en qué consistía. Esa fue su gran
sorpresa, cuando vieron a lo lejos a un chico en la cúspide del palo y
agarrando el gallo con una mano mientras se sostenía al madero con la otra exclamaba
en voz alta: “¡Va por ti Candela!”. Y se bajó del poste sin soltar la cuerda que
tenía al animal maniatado.
Qué alegría se llevaron todos cuando lo vieron llegar con el gallo
a cuestas. Candelita fue la primera en felicitarlo, dándole un atrevido beso en
la mejilla
-
Ya
tenemos la cena, papá. ¿Veis como no ha sido tan difícil?
-
¡Esta noche tendré que lavarte esa ropa!
-contestó Dolores fingiendo que le reñía-.
Y lo peor es que no se te secará para mañana. Como tú bien sabes no tenemos
otra muda para ponerte.
-
Míralo por el lado bueno, mamá. Ahora no
tendrás que comprar jabón para lavar por lo menos en un mes entero.
Todos se rieron al mismo tiempo que llegaba el cura para darle la enhorabuena por haberse ganado
la cena de esa noche para él y para toda la familia y…cómo no, la confianza de
sus padres para que al menos por esa noche, aquella niña aparentemente desamparada
y sola, tuviera un techo donde dormir”.
En la habitación de mi casa,
mi abuela se apagaba por momentos. Sus ojos totalmente hundidos, ya no
podían verme.
-
Sigue contándome, abuela -le supliqué
casi llorando-. Esta noche no quiero que dejes de hablarme.
-
¿Tanto te interesa esta historia,
hijo?
-
Es que no quiero que te duermas
abuelilla. Tus ojos son muy bonitos y no quiero que los cierres nunca.
-
Está bien jovencito, te adelantaré un
poco, porque veo que estas ansioso por saber de la niña.
“Al día siguiente, la pequeña
tuvo que despedirse de aquella familia que con tanto cariño la hubiera acogido
para toda la vida, pero que en aquel momento no les era posible. Ellos no podían mantenerla y yo nunca supe con
seguridad qué fue de ella. Sin embargo, justo el 8 de Septiembre del año
siguiente, a las siete de la mañana, al pasar el cura por el retablo de nuestra
Señora de Consolación, se percató de algo. El párroco se acercó cautelosamente.
Imagina la cara que pondría aquel hombre -contaba mi abuela amedrentada.
-
¡Milagro! ¡Milagro! -profirió el cura despavorido -¡El niño de
la Virgen está llorando!
Después, más sosegado se acercó sigilosamente a la talla, y pudo
comprobar con estupor que el niño que lloraba, era tan real como la vida
misma”.
jueves, 7 de marzo de 2013
Placa de agradecimiento
A Don José Molera Torrico "Josele". En agradecimiento y reconociendo la labor realizada y su compromiso durante tantos años como colaborador de Grupo Preventiva Seguros.
De izquierda a derecha: Juan Manuel López (Agente de Preventiva Castuera) José Molera, Jesús Jimeno (Director Preventiva Madrid) y Diego López (Agente de Preventiva Castuera)
sábado, 15 de diciembre de 2012
"Feliz" Navidad
Así es la navidad, un lío constante. Época de pasar tiempo con la familia, con la que tienes partirte en diez para poder estar con todos y ninguno se incomode. Centros comerciales abarrotados de gente que da la casualidad siempre llega antes que tú y se lleva lo que tú querías y tienes que conformarte con lo que nadie quiere. Pero no pasa nada, porque tú lo entregarás con una sonrisa diciendo: lo escogí personalmente para ti, porque te pega, es como tú. Tus tripas se retuercen por la mentira que acabas de echar pero sigues adelante, porque es navidad, y además sabes de sobra que harán lo mismo contigo.
La televisión es un asco, cincuenta canales y sólo hay películas de tema navideño del año la pera y anuncios y más anuncios de juguetes carísimos de los que se encapricharán los niños. Pero claro, tú eres el único que lee la letra pequeña donde dice: más de 60 €.
La cena... la compartirás con gente que quieres y con otros que tendrás a tres sillas más allá porque no los soportas. Pero seguirás enseñando dientes y comerás hasta hartarte para no tener que hablar con ellos.
Entre marisco y algún que otro plato jamón, tomarás las uvas riéndote de la cara del que tienes enfrente y procurarás no atragantarte con las pepitas que tu madre no ha querido quitarte porque ya eres lo suficiente mayor para comerlas tal cual. La noche de reyes te saldrá algún que otro chichón por los caramelazos de unos pastorcillos con mucha puntería y cogerás unas agujetas de muerte por recoger esos caramelos pegajosos, que aunque no los quieres luego para nada, te da cosa no agacharte a por algunos y así recordar tu niñez.
Bendita navidad.
Por: Melissa Molera
viernes, 14 de diciembre de 2012
Canciones
Estos fandanguillos de Huelva están incluidos en mi libro: El Último Cuento
Letra original: José Molera Torrico
Letra original: José Molera Torrico
Laura le llaman de nombre
y a su madre Margarita;
Laura le llaman de nombre
y yo le llamo Laurita
porque entre todas las flores
siempre fue la más bonita.
Aunque me fui de tu vera
no pienses que no te quiero,
aunque me fui de tu vera
yo te amo con gran esmero
y hasta después que me muera
te diré cuánto te quiero.
Eres la flor más hermosa
que creció por mi jardín;
eres la flor más hermosa,
tú siempre fuiste "pa" mí
la más mimada y graciosa
rosa de pitiminí.
Media vida yo te di
sin saber que me querías.
Y ahora que estoy junto a ti
la otra mitad yo daría,
por tenerte junto a mí
"pa" los restos de la vida.
Un día de Septiembre
Cuentan de un joven que un día, a la dehesa se fue
a vender polos y helados... y granizada también.
Y sucedió al chico aquel, que a las diez de la mañana
se le formó un gran pastel. ¡Y madre mía, qué pastel!
Mientras tocaba la banda, él no sabía qué hacer.
La mercancía estaba blanda y no se podía vender.
El joven ya no podía detener aquel bajón,
y se encomendó a María, Virgen de Consolación.
En aquel divino instante una mujer con su niño,
se acercó para comprarle un helado y un pestiño.
El joven desesperado a la mujer le explicó:
"No puedo venderte helado, porque no enfría el motor".
"Éste me lo ha prestado un señor muy buena gente,
y aunque no me es aparente, no estoy por eso enfadado".
"El caso que me ha pasado, es que no manda corriente
para enfriar los helados que me demanda la gente".
"Dime por favor ¿qué ves dentro de esta botella?
y adivina lo que es, que a mí me ha mandado Ella". ¡Dijo la buena mujer!
"Es la virgen más bella, Reina de Consolación.
Patrona de la Dehesa, que baja en procesión".
Contento ya parecía el chaval entre la gente,
y la mujer sonriente de esta forma le decía:
"Voy a coger con mis manos todas las barras de cortes,
que se las lleve mi hermano en el camión de los portes".
Cuando la Virgen llegó, aquello era la caña.
Y un Serafín le cantó: el himno de nuestra España.
El chico se arrodilló ante aquella Inmaculada
¡y por Dios! que se escuchó, lo que la Virgen le hablaba.
A partir de aquel momento el motor subió de tono,
la máquina ya enfriaba, lentamente, poco a poco.
La gente estaba cantando y a la patrona meciendo.
Todos helados comprando y él granizada vendiendo.
El mayordomo en su cumbre al final de la jornada,
con el cepo de costumbre pidió una humilde donada.
Lo que ganó en todo el día el chavalillo cogió.
Los mil duros que tenía y en el cepo los metió.
El mayordomo era adulto; honrado y hombre de bien,
y dijo que no era justo que pagase como quien.
Otros escurriendo el bulto le echaron uno de cien.
a vender polos y helados... y granizada también.
Y sucedió al chico aquel, que a las diez de la mañana
se le formó un gran pastel. ¡Y madre mía, qué pastel!
Mientras tocaba la banda, él no sabía qué hacer.
La mercancía estaba blanda y no se podía vender.
El joven ya no podía detener aquel bajón,
y se encomendó a María, Virgen de Consolación.
En aquel divino instante una mujer con su niño,
se acercó para comprarle un helado y un pestiño.
El joven desesperado a la mujer le explicó:
"No puedo venderte helado, porque no enfría el motor".
"Éste me lo ha prestado un señor muy buena gente,
y aunque no me es aparente, no estoy por eso enfadado".
"El caso que me ha pasado, es que no manda corriente
para enfriar los helados que me demanda la gente".
"Dime por favor ¿qué ves dentro de esta botella?
y adivina lo que es, que a mí me ha mandado Ella". ¡Dijo la buena mujer!
"Es la virgen más bella, Reina de Consolación.
Patrona de la Dehesa, que baja en procesión".
Contento ya parecía el chaval entre la gente,
y la mujer sonriente de esta forma le decía:
"Voy a coger con mis manos todas las barras de cortes,
que se las lleve mi hermano en el camión de los portes".
Cuando la Virgen llegó, aquello era la caña.
Y un Serafín le cantó: el himno de nuestra España.
El chico se arrodilló ante aquella Inmaculada
¡y por Dios! que se escuchó, lo que la Virgen le hablaba.
A partir de aquel momento el motor subió de tono,
la máquina ya enfriaba, lentamente, poco a poco.
La gente estaba cantando y a la patrona meciendo.
Todos helados comprando y él granizada vendiendo.
El mayordomo en su cumbre al final de la jornada,
con el cepo de costumbre pidió una humilde donada.
Lo que ganó en todo el día el chavalillo cogió.
Los mil duros que tenía y en el cepo los metió.
El mayordomo era adulto; honrado y hombre de bien,
y dijo que no era justo que pagase como quien.
Otros escurriendo el bulto le echaron uno de cien.
Dedicado a Nuestra Señora de Consolación. Belalcázar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)